1.5.10






SAKINAH- SOSIEGO





Él es Quien hizo descender el sosiego a los corazones de los creyentes para afianzar su creencia.





sakina [sakîna]
un “aire delgado” que a Muhammad satisfacía y causaba sensación de acogimiento; como un abrazo de Al-lâh. En árabe sakîna significa “serenidad”  “entereza”, “firmeza”, “imperturbabilidad”. No es tranquilidad soporífera ni letargo, sino una calma cautelosa que nos hace no perder energías para actuar súbita y rotundamente en el momento que sea necesario. Es la actitud queda y atenta del gato antes de actuar. Es una vigilancia silenciosa previa a la acción de hecho, tiene la misma raíz que sukun (silencio). La sakîna desciende para ayudarnos a afrontar un reto o superar un obstáculo; para hacer de un lugar un terreno habitable. De la misma raíz deriva sakan, que se refiere a “morar”: el modo de habitar el mundo. Aunque la Presencia divina se revele en un campo de batalla, el espacio donde desciende la sakîna es el “hogar”, y hasta el Jardín. De hecho, ya no depende de las circunstancias exteriores y no hay otro lugar mejor para el hombre sometido. En cambio, a los que no alcanza la sakîna por su cobardía, no encuentran amparo por más lejos que intenten huir: “…pues la tierra en toda su vastedad, se os hizo estrecha y volvisteis la espalda, huyendo”. Otra forma de traducir sakîna sería “Presencia de Al-lâh”, como en la tradición judía. La shejiná –en hebreo– habita en el Arca de la Alianza. El Arca además, simboliza el corazón del ser humano. El Corán habla del descenso de la sakîna en diversos pasajes: “La sakîna desciende al corazón” y lo vivifica. El qalb es el órgano que más siente las tribulaciones y se acelera ante el peligro. La sakîna viene acompañada también de la victoria (fath). No hay temor al fracaso ni a la muerte. No se trata de una simple victoria militar, sino de una conquista espiritual. La sakîna de Muhammad en la batalla es la conciencia de que su comunidad está cumpliendo el Pacto (ver bai‘a).

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